Cuatro

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Si algo he aprendido es que no sé nada....sólo que a veces se me olvida.

El libro de la vida y Manuel

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Cuando Manuel cumplió siete años, se sintió terriblemente decepcionado por sus regalos, todo eran entúpidos juguetes, y un niño tan especial…con juguetes diseñados para romperlos, no se sentía feliz. Además mamá hizo tarta de manzana y no de chocolate como él pidió. No consiguió soplar todas las velas, lo que le entristecía, lógicamente, porque no se cumpliría su genial deseo de desarrollar alas para poder volar ¡Cómo no se había ocurrido a nadie antes nunca! Y el hecho de que quedasen dos velitas encendidas, le dejó desolado, otro año entero sin poder volar. Su madre le decía que no tenía importancia si no lo hacía a la primera, que en verdad tenía hasta tres oportunidades, pero el era un niño muy inteligente, y sospechaba que su madre le mentía para consolarle, porque si era así, ¿Por qué todo el mundo insistía tanto en que se esforzase en apagarlas todas? Y desinflado como pronto estarían los globos de su fiesta, salió al jardín a hablar con su perra, a ver que pensaba ella. Pero la perra estaba bastante más interesada en la siesta y en dejarse acariciar la tripa por el abuelo que en hablar con él. No le importó demasiado, se acercó al abuelo."¿Qué tal niño?" pregunto el anciano."¡MAL!" contesto. "¿cómo mal? ¿qué pasa?" Insistía su abuelo."nada, que no se va a cumplir mi deseo" el abuelo le preguntó por qué, y él le contó que porque faltaban dos velas de las que sopló. Y el abuelo empezó a reírse a carcajadas "¡pero eso no importa hijo!" le dijo "los deseos reales se cumplen siempre, siempre que realmente lo desees" " ¿estás seguro abuelo?”, preguntó Manuel "¿Cómo que si estoy seguro?" dijo, cascarabioso, "Yo lo sé todo, ¿no ves que tengo el libro de la vida…?""¿el libro de la vida?",preguntó el chiquillo. El niño, curioso, con sus ojazos repletos de pestañas y cara de sorpresa "¿Qué es ese libro? Y… si lo sabes todo ¿por qué no me lo cuentas?" "no es una mala pregunta,"dijo el anciano,"no lo es, pero no sé…siempre es bonito aprender poco a poco, no crees?" "¡NO CREO!" Afirmó contundente Manuel rabioso, curioso, nervioso "quiero, quiero ese libro, sé leer muy bien" "ufff! Eso sí que es un problema" dijo el abuelo " ¿cómo que un problema?,¿es un libro no?" "si claro," respondía paciente, pero instigando la curiosidad del niño , mientras dolorido se levantaba del asiento, La perra respingueó para seguirle, tenía toda la actitud de un paseo, Pero se lo pensó mejor el animal, u olió la tarta, porqué cambio de opinión y entro perezosa en casa a mendigar comida. "mira niño,"continuó" esa sí que sabe, de la perra podrías aprender, más que del libro de la vida. Pero no te preocupes, no hace falta saber leer para leerlo, si no… los analfabetos no podrían leerlo, ¿no crees?". La verdad, Manuel no le hizo demasiado caso, todavía estaba extasiado por el hecho de poder aprender algo de la perra, ¡pero si era tonta!. La madre le llamó a dentro para merendar, y quedó con su abuelo en que le dejaría el libro después, así lo leería en la cama, y además, no pasaría nada, porque según el abuelo, tampoco hacía falta luz para leerlo. Después de cenar, el anciano se acercó a Manuel, le dio el libro, era un librito fino, con tapas duras y negras, y grabado de pan de oro con las letras famosas "libro de la vida". "Toma ,Manuel, no les digas nada a tus padres, yo creo que aun eres joven para leerlo…pero bueno, ya que insistes. De todas formas, te gustará, la vida es algo maravilloso, a veces, y con el libro, lo será siempre" dijo el abuelo. Manuel sonrió cómplice, y dijo bajito: "tranquilo, no diré nada a nadie, aunque me torturen, callaré por ti" el abuelo sonrió, le acarició el pelo, y se sentó a ver la tele, se quitó la zapatilla, y cuando la perra lo vio se puso panza arriba, para que le acariciase la barrigota con el pie, sacó la lengua, y con la vista hacia la tele, se quedó tan a gusto." ¿Y ese bicho sabe más de la vida que yo?" pensó Manuel, besó a sus padres y se acostó. Nada más que apagó la luz, cogió el libro escondido bajo el pijama, y era cierto que no hacía falta saber leer para disfrutarlo, porque fue abrirlo por la primera página, y ver un delicioso dibujo de un bosque que se quedó dormido. Lo primero que vio, fue a sí mismo totalmente perdido en el centro de Tokio, todos iban con prisa, no entendía nada, ni lo que decían ni lo que ponía en los carteles, se sintió fatal, el sueño era totalmente real, y tenía miedo, casi se hace pis encima."¿Cómo he llegado aquí?"pensó, aterrado, estaba totalmente perdido.


Comenzó a andar sin dirección concreta. Tenía el estómago a flor de piel, mucho miedo "ojalá tuviera por lo menos a mi perra… "Pensó. "Y eso, que diga lo que diga el abuelo, es tonta perdida, yo hablo con ella y no contesta, ni me hace caso ni nada". En ese momento sintió la pena que sin duda sentía el animal al ver que su ser más querido se burlaba así de ella. Manuel se acongojó, ¿qué ha pasado? no puede ser verdad, no puedo estar en el centro de Tokio…estaba leyendo el libro, no, esto es un sueño." Pero no podía quitarse la amarga sensación de la perra en su pecho."ojalá tuviera aquí a mi perra, aunque sólo sea para pedirle perdón por llamarle tonta". Con eso bastó, de repente se sintió mejor, mucho mejor, se acuclilló en el suelo, feliz, "me ha perdonado" se dijo,"pero… ¿qué pasa? ¿que me he convertido en la perra?" obviamente no, tenía su aspecto de niño de siempre. Al verse, tan solo, tan en Tokio, acuclillado y en pijama en medio de la calle, con chinos alrededor ( a los siete años, la gente de Tokio, son chinos), decidió ponerse en un lugar más escondido, en una acera o un portal. Anduvo buscando uno, y veía a niños como él ,trabajando duro. Uno de ellos, algo más pequeño, le miraba fijamente, parecía hambriento, y nuevamente Manuel se sintió triste, con una profunda tristeza, pensó por qué el mundo era un sitio tan desagradable, él no quiso su tarta de manzana y aquel otro niño, sin zapatos, le miraba con pena y hambre, y no pudo evitar pensar en las palabras de su abuelo cuando le dijo que la vida era maravillosa. Su abuelo no sabía nada, la vida era terrible, y el libro le hizo desgraciado. No tenía con qué poder ayudar al niño, tampoco tenía para él. Pensó que mejor le pediría ayuda que ofrecérsela, pero tampoco esperaba obtener demasiada de un niño menor que él, medio desnudo, sucio y hambriento. Así que decidió que estaba mejor solo, y empezó a andar. No paraba de caminar, a lo lejos vio como una arboleda, y decidió acercarse, se parecía al bosque del libro, y deseaba verlo. Tras el largo paseo llegó al bosque, y sin duda era el mismo bosque que el del libro. El bosque era precioso, y estaba muy transitado por gente de todas las razas. Unos iban, casi todos, otros venían, unos pocos, y algunos estaban sentados. Él empezó a caminar hacia donde iba la mayoría. El camino no estaba mal, frondoso, pero lleno de unos postes cada cien metros en los que ponían rituales a seguir, cada cien metros tenía que hacer un bailecillo. decidió ver cómo era el camino que venía, y se dio la vuelta. El camino estaba casi desierto, más adelante, había más gente, pero la mayoría acababan dándose la vuelta y cogiendo el camino más concurrido. En este camino contra corriente, también había rituales, que eran los bailes contrarios del camino concurrido, pero no tenían ningún sentido casi ninguno… . También omitían algunos bailes, lo que no le pareció nada mal a Manuel. Y por fin vio a una persona que se metió entre la maleza. Parecía reconocerlo y creyó que era su abuelo y corrió tras él: "¡abuelo! ¡abuelo!, soy Manuel!". El abuelo se volvió "vaya, así que te has quedado dormido, y estás soñando" "eso creo" contestó Manuel, "bien, ¿qué haces aquí?, ¿por qué no vas con todos?" preguntó el abuelo."Porque no sé… es un rollo, cada rato hay que bailar, algunos bailes son bonitos, pero otros no tienen sentido" contesto Manuel."¿bailar…? ¡Qué raro!,cuando hice el camino por primera vez no bailaban, pero cada camino…es diferente… Bien, niño, si no te gusta ese camino, ¿por qué no coges el otro?" "porque el otro no es nada mejor. Ahí los bailes no tienen sentido, además, hay gente del camino primero que se meten o pegan a los del camino de vuelta. No parece divertido tampoco, sus bailes; son justo al revés, y, aunque han quitado algunos de los bailes tontos del camino de ida, y eso está bien, y entre ellos, no se pegan, porque en el camino de ida si uno se retrasa los otros tiran de él…¡eso no me gusta!, en el camino de vuelta ,esto, lo hacen menos…pero aun así lo hacen…" Terminó Manuel. El abuelo, respiró hondo, y dijo para si "este niño, sabe lo que no quiere, sabe lo que quiere entonces..." "Y bueno, Manuel" aclaró el abuelo en voz alta "¿qué te parece quedarte quieto?" a lo que Manuel contestó "ahora está bien, porque hablamos, pero si estoy solo me parece aburrido" "¿y qué vas a hacer?" preguntó su abuelo "no sé, seguiré buscando" "Muy bien" contestó," "¿sabrás llegar a casa?" preguntó de broma el abuelo, y Manuel, riendo dijo: "sí, en cuanto me despierte". Ahora estaba tranquilo, porque su abuelo estaba ahí, y ya tenía claro que se trataba de un sueño, si no, ¿cómo habría llegado a Japón él solo? Al quedarse solo, Manuel comenzó a fijarse más detenidamente en la gente, en lo que hacían en los caminos, en todos esos sentados, que se dedicaban a criticar a los que paseaban, en los que empujaban a algunos o tiraban de ellos, para que siguieran el buen camino, el que iba. Cada ciertos metros, un cualquiera gritaba algo, y todos le seguían y hacían caso, y los que llegaban tarde eran objeto de burla. Manuel les oía decir qué ropa llevar, cómo educar a sus hijos o qué comer. No lo entendía. En el camino de vuelta, las cosas no eran ni distintas, ni mejores, era el mismo mundo, pero en negativo, al revés, sin más. Vio algunas personas que se adentraban por donde no había camino, pensó que eso sí que le gustaría, explorar el bosque de verdad. A su aire, sin empujones, ni tirones, ni críticas, o por lo menos no las vería. La pena es que a toda esa gente los demás los tenían miedo, echaban a correr despavoridos cuando los veían, o les tiraban piedras, aunque no parecía importarles demasiado, las recogían y las tiraban al río para ver las ondas del agua, o las aprovechaban para rodear sus hogueras, y asar así la comida.

Eran raros. Todos eran claramente diferentes, vestían a su manera, cada uno a su estilo, cómodamente, sin pretensiones. Por caminos distintos, en grupos o solos. En realidad eran muy pocos. Luego, en el camino de ida vio a su madre, con su padre…"¿vienes Manuel?" le preguntó dulcemente su madre, tendiéndole la mano. Manuel, que detestaba ese camino, contesto: "No. iré por aquí, por entre los árboles, quiero ver el mundo y bailar lo que quiera, pero iré a buscarte a veces, no me alejare de ti" "entonces" contestó la madre "llévate a la perra, estaré más tranquila" Manuel miró alrededor, no vio la perra…"¿Dónde está mamá? No la veo" "ahí" y señaló a un pordiosero de los que no iban por el camino, si no entre los árboles…Manuel, sin miedo se acercó…y el pordiosero empezó a lamerle la cara… Rompió a reír, y así se despertó riéndose, con la perra encima, lamiéndole la cara…y un dulce olor a tarta de chocolate.

"¡FELIZ CUMPLEAÑOS! "Gritaba su familia al entrar en su dormitorio… Manuel sonrió, y pensó que todo había sido un sueño. Al abrir los regalos, puso especial atención el de su abuelo, un librito fino, con tapas duras y negras, y grabado de pan de oro…

Los patitos del parque

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Aquella mañana iba yo a morir, sin saberlo, pero quizá, sabiéndolo, porque tal vez sí lo sabía...sabía que el doctor me daría los resultados de las pruebas, pero yo, que no soy tonto, eso no, había leído en su cara días antes la verdad, cómo en un libro.


Me desperté más cansado que al acostarme, serán los años, el cuerpo ya duele al despertar, incluso adiviné una terrible tortura entre los sueños densos y grises que me comían la mente mientras dormía.


Sabía, sí, que iba a morir, y la congoja y el miedo se convirtieron en mi pesadilla, pero eso sí, despierto.


Volvería a dormir, pero debía ir a mi cita.


Y así lo hice, nervioso, acalambrado con un sudor calentorro y desagradable que me bañaba y me resbalaba. Esperaba el tranvía, o viajaba en él, sin notar la diferencia. Las calles de mi ciudad, tan conocida, me eran indiferentes, ya se podía acabar el mundo, que yo iba a morir, lo demás daba igual. Aquella vieja fea sola amargada de enfrente era tan afortunada, tenía vida, pasada, futura .La terrible niña de gafas, la odiaba, por no hablar del descaro de la juventud de los estudiantes, restregándome el hecho de su feliz existencia como a voluntad en el día de mi pesadilla despierto.


Y llegó mi parada, más ella a mí que yo a ella, porque andaba enajenado y alejado de todos menos de la tristeza y el temor del corazón, y pronto, como siempre, pronto llegaba a la consulta.


Aunque no me quedaban ojos para verlo, era un precioso día de primavera, primavera generosa de verde y verde azulado en la hierba del parque cerca de la consulta, quizá mejor que entrar en un bar sea una buena idea pasear por la hierba del canal y mirar el agua, buscando paz. Y así lo hice, con desgana me acerqué al canal, a rebuscar entre la hierba, había oído a los muchachos del tranvía que había un viejo que plantaba marihuana por ahí, y aunque no me interesaba más que por curiosidad anduve por aquellos reductos de hierba buscando " hierba," pero vi paja, la de un nido, con una puesta de tres huevos grandes, de pato u oca, supuse, no había más que mirar al canal para imaginarlo.



Al mirar el reloj, llegaba mi hora, e hice lo que debía, enfrentarme a los oscuros y opacos ojos del doctor con su diagnóstico terrible de muerte segura sin tratamiento, en "de cuatro a seis meses."


Consternado salí de la consulta, pegué mi cara al espejo del ascensor, sin lágrimas, la rabia las tapaba, vi mi corazón romperse de miedo, tristeza y decepción...y no recuerdo siquiera cómo volví a casa, si andando en tranvía o transportado por el aire...no recuerdo...nada.

No tenía siquiera a quién contarle mi futura muerte, no tenía a nadie, y a la noche, en la cama, bien arropado, miré al techo preguntándome qué sería de mí, cuando advertí, con la primera risilla del día, que el único momento algo feliz de ese día fue el descubrir la escondida puesta de huevos...decidí, ya que estaba condenado a muerte, aprovechar la coyuntura para observar aquellos huevos, y medio feliz, a la mañana siguiente fui al parque, también hoy ardía la primavera salvaje ante mis ojos. Con algo de miedo, me acerqué al nido, temía que no estuviera allí, desde luego no tenía edad para andar arrodillándome en el suelo ,pero qué podía importar, y a quien, si no tenía a nadie, si ni siquiera estaba vivo, diría yo. Así que me agaché a ver la puesta, y miraba a ratos los gorrioncillos saltarines y alegres que revoloteaban por aquí y por allí, y a los patos, flotando en el canal, cuando oí un ruido y miré al nido. Quise apartarme, no me dio tiempo, cuando un diminuto amarillo piquito se asomó por el agujerillo del huevo, y salió un feo pollo de pato amarillo y mojado, que me vio, y claro, era un pato, ¡un maldito pato...! Que siguiendo las estrictas leyes de su naturaleza, me llamó mamá, que en lenguaje patuno se dice "cuac" y empezó a seguirme.



"¡Seré idiota!" me dije, y con razón, " los patos creen que su madre es lo primero que ven moverse, pero si yo ya lo sabía...". Así que mostrándole al mundo mi estupidez, empecé a andar, intentando un imposible, deshacerme del patito.



Empecé a andar de acá para allá con el propósito de que el animal se cansase, lo intenté atar con paja al nido, enganchándole las patitas como buenamente pude, no quería atarlo bien por evitar que luego su madre no pudiera desatarlo, así que me limité a enredarlo, pero el bicho era tenaz, y se deshacía del nido, y me seguía gritando "¡Mamá! ¡Mamá" en su idioma, que empezaba a ser el nuestro...con inocencia me decía "¿por qué te vas mama?"

en su cuac cuac desesperado..."¡pobre animal!" pensé casi en voz alta. La solución es que lo vea su madre, un imposible, ni se había acercado al nido en el tiempo que llevaba yo ahí.



Intenté cruzar la carretera, y el pato me quería seguir. "¿Pero no ves criatura que te van a atropellar?'" ¡Y claro que no lo veía,! resultaba cómico, imagino, verme andando haciendo eses y de vez en cuando corriendo, y él detrás de mí, "Pero ¡qué he hecho, qué demonios he hecho!" y me seguía, y seguía y seguía.



Opté por correr deprisa, y corría que volaba el animal, lo escondí tras los muros del canal, para que no me viera, y oía su vocecilla patuna cuac cuac por todas partes, (especialmente en mi mala conciencia) siguiéndome desesperado, "¿qué puedo hacer?, voy a morir, patito, no te puedo cuidar"


Seguí intentándolo una y otra vez, y desistí, como el pobre animal desde que nació no había hecho otra cosa que seguir a su "madre" pensé que quizá necesitase comer...así que finalmente me rendí, o me rindió él, no lo sé, pero acabé cogiéndolo y metiéndolo en mi bolsillo," Te llevaré a casa patito, te daré de comer". Y así hice, sardinas en lata, su primera comida, nuestra más bien, yo también comí.



Y empezaron a pasar días, y el patito en casa, lo metía en la bañera para que nadase, pero no tenía futuro el pobre bicho. Así que decidiendo que ya que estaba claramente sentenciado a muerte, podía, debía de hecho, irme a mi casa de la montaña, allí había ríos, trigales, campos, un buen hábitat para un pato y mejor para un moribundo que ya poco o nada tenía que hacer, excepto cuidar del pato.



El pato se adaptó mucho antes que yo al campo, desde luego era su casa, mi casa de madera era nuestro hogar, y el bicho socializaba conmigo por días.



Una mañana me despertó su impertinente aleteo por el pasillo,"¡Ya está este madrugando!, ¡joder con los pajarillos!" Pensé, y al verle, ese día, no se por qué, por fin caí en la cuenta de que se hacía mayor, era todo un pato adulto, pero no sabía volar, claro, mamá no predicaba con el ejemplo...y decidí enseñarle a volar.


Como el día glorioso en que intenté deshacerme de él a toda costa, intenté también sin éxito enseñarle a volar. Pero esta vez no me iba a rendir, ¡que va!, me hice con una cometa con forma de ave, se la ponía en el pico y la hacía volar...el bicho la miraba extrañado y me seguía a mí "mamá está loca"

pensó el ave, juraría que en voz alta y en mi idioma.


Ya habían pasado cuatro meses, y aunque me encontraba mal, no empeoraba, cuando tenía un dolor, el ave me reclamaba, no me dejaba en paz, no me dejaba sufrir...tomaba la medicación paliativa, la única que podía tomar, y daba la sensación de que sabía si estaba malo, porque aunque su egoísmo de hijo era inequívoco, también su humanidad de pato se hacía presente, y su cuac era más moderado cuando el dolor era más grande.


A pesar de mis muchos esfuerzos el ave no volaba, aleteaba, eso sí, con gracia, pero no iba demasiado lejos, volaba unos metros, y como un piloto novato viraba en mí dirección y venía ,se caía torpemente a mis pies."¿Quieres una sardinita, verdad hijo?" le preguntaba, contestaba que sí, y así nos organizábamos.


El verano terminó y el ave seguía conmigo y sin volar, yo no parecía más muerto que meses antes, así que no desistí en mis intentos de hacerle volar.


Un día especialmente doloroso lo pasé entero en la cocina elaborándome unas alas falsas de cartón con plumas de almohadas y de él, el entretenimiento me hizo soportar el dolor mejor que ninguna medicina, y la mirada de mi plumífero hijo, me hizo sonreírle, mostrándole mi disfraz, para advertir, por fin, que era feliz, irónicamente por primera vez en mi vida.


Saqué mis falsas alas y pasamos los últimos días del verano en las clases de vuelo para patos y hombre, a mí no me salía, pero un día, mi hijo voló, y se fue, se fue lejos.

Miraba al horizonte, echándolo de menos antes casi de perderlo de vista, pero volvía a mí, y sin saber aterrizar caía torpe y cómicamente a mi lado.

Entonces comprendí que había llegado el momento de tener una seria conversación de padre a hijo sobre la independencia:

"Hijo mío, sabes bien que estoy muerto prácticamente, me he esforzado mucho en tu manutención y en tu educación, es otoño ,pronto será invierno, y la montaña en esta época no es lugar para ti. Tienes que emigrar con los de tu especie, ¿Entiendes?" y no entendía, lo que era de entender, por otra parte.



Y no me dejó morir, si moría yo, moría él, así que aguanté, tan sano o tan enfermo como al principio un otoño entero y un invierno entero...esperando una primavera en la que le juntaría a la fuerza, esta vez sin compasión, a los de su especie.


Y así hicimos. Nos juntamos a una manada de patos con el firme propósito de sociabilizar...el animal se entendió con ellos enseguida, se enamoró, lo vi en sus ojos, o en su cuello...en su pavoneo glorioso frente a su patita guapa, los deje solos.


Esa fue nuestra primera noche separados, mirando al techo, me sentí morir en la cama, quise morir, estaba preparado, todo bien atado, pero no hubo suerte, viví hasta la mañana siguiente.

Sin nada qué hacer, (El animal ya me había regalado ocho meses de vida más de los que me ofrecía el médico, con su contraoferta de cuacs inevitables) así que decidí ir al estanque a ver como se montaba la vida mi niño con aquellas nuevas gentes picudas.



Y así pasé la primavera, empeorando eso sí, y amortajándome cada noche, sin éxito. Llegó el verano, muy enfermo andaba ya, los paliativos eran ya morfina, no había pato-morfina en mi vida, pero pensaba en él, y ya no sabía no ser feliz, toda la vida que tenía era un regalo. Llegó el otoño, y los patos se fueron...le vi partir alas arriba con su amada...y le salude con la mano, "¡Adiós hijo, tráeme algo bonito de África!"


Y me fui riendo, lo había conseguido.



Sardinas de nuevo, felicidad, libro en la cama,"muramos en paz, amigo " me dije al cerrar los ojos...cuando caí en la terrible cuenta de que tenía mucho trabajo por delante al decirme a mí mismo "pero...si no puedo morir...tengo que esperar a la que vuelva...¡no le he enseñado a aterrizar!"





Lázaro

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Un día oí una voz
¡No! ¡Espera! fue una noche
¡No! espera, fueron más.
Dijo: ¡levántate ya!


¿Quien no ha oído esa voz jamás?
¿Quien no ha tenido la oportunidad
de cargar una cruz al Calvario
y no poder ni llorar?


¿Arrastrando pies y manos
lamentando,
machacando a uno y otro
a su paso, repartiendo latigazos que se da?


Levántate ya, no duermas más.
No sueñes más, todo es verdad.


¡Ah! pesada cruz, cuesta abandonarte al pie del monte
¡Ah! pesada cruz, me he acostumbrado a tus llagas
¡Ah! pesada cruz, podría llegar a quererte
¡Ah! pesada cruz, si no puedo abandonarte.

Cuesta dejarla a los pies
porque llega la montaña
y desde abajo es tan alta!
¡tan alta que ata!
y ata y ata y maltrata.


Los que están arriba te hablan
dan ánimos.
Tú no los oyes
porque los clavos… ¡Ay de mis clavos! ¡Agarrados a mis manos!


Y dejarse morir de puro vaga
Y dejarse vivir atadita a la llaga
Y apartarse del mundo
por no subir la montaña.


Lázaro, levántate y anda
y Lázaro tira la toalla.
Lázaro levántate y anda
y Lázaro no oye nada.

Lázaro, levántate y anda
y Lázaro se clava una espada.


No tenía bastante con el látigo en su espalda.


pero ahí esta la montaña,
que lo esperara mañana
en la mañana.


Si Lázaro es fuerte
Si aprende a escuchar
Si aprende a creer
podrá.


Y empezará a recoger.
Y se verá desde arriba,
y se reirá con ganas
del Lázaro aquel atadito a su llaga.


Dichosos los Lázaros que van con la cruz
a buscar la montaña, se rinden, y se levantan.
¡Dichoso el que acepta la oportunidad que le brinda la montaña!.



Atrás en el tiempo

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La nave experimental TX4PHARAON regresaba a casa.

La Tierra esperaba ansiosa. La nave era maniobrada desde la base terrestre. Su único ocupante era Víctor Tahona, 31, huérfano de padre, soltero, curioso, testarudo, optimista, astuto, tranquilo, kamikace y el único voluntario disponible.

Su madre le esperaba en la torre de control, con esperanza, con miedo, con un nudo en el estómago, apretando tanto la mano de su hermana que casi le hacia daño.

El aterrizaje fue perfecto, aunque algo más aparatoso de lo esperado. En vano intentaron comunicarse con Víctor. No había respuesta . La madre hincó las uñas en la mano que la confortaba.

Por fin se abrieron las compuertas. Nadie salía. Y la madre lloró un llanto amargo y profundo. Su hijo, loco, temerario, muerto. Su hermana la abrazó fuerte y sólo dijo “Espera”.

Por fin una cuadrilla de soldados armados y protegidos con los trajes especiales, se aventuró al interior de la nave.



Una hora más de espera sin consuelo, porque no hay mayor tortura que no saber, salen los soldados, uno con un niño pequeño en brazos.



Protocolos, desconcierto y ajetreo mientras el corazón de la madre se volvía loco.



Por fin llevaron al niño a su lado y al verla el niño dijo simplemente “mamá”. Ella supo, como sólo una madre puede saber, que era su hijo. Los científicos se llevaban las manos a la cabeza, comenzaron a balbucear teorías, experimentos y verdades inamovibles tales como que no se podía viajar atrás en el tiempo.


Madre e hijo se abrazaron, reconociéndose a través del tiempo. y salió con él en brazos. no permitió más experimentos, ni más teorías, ni más verdades, ni más preguntas, era Victor Tahona, su hijo. Y a los científicos ni caso. Ambos sabían quienes eran.






Tres

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Dijo el caballero: "Por favor, no insultes mi inteligencia"

Contestó el mendigo: "Quizá, señor, su ilteligencia sea algo susceptible"

Mi pequeño gran amor

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Este es un humilde cuento ecologista. No os dejeis engañar por el título.




Una pequeña, casi inexistente gota de agua, creo que era o átomo de oxígeno y dos de hidrógeno, no me acuerdo bien, fue a caer contra un risco en una montaña.

Por aquello del amor que siente el agua por el agua , otra algo más grande se unió a ella y otra y otra . Ya eran tres . Ahora se veía claramente como una gota de rocío.

Pesaba poco pero se hundió en la tierra para empaparla bien.

El sol, benigno amigo, se estiró al despertar lanzando sus brazos de rayos para acariciar de lejos con su inestimable dulzura, llamadlo fuerza, a mi me endulza... Y evaporó un poco de la superficie del mar.

Lejos de ahí llovió, llovió a raudales en las montañas, nevó y pasó el tiempo. Y junto a esa pequeña viva gota de agua se formó un glaciar precioso, que discurrió a su ritmo paciente hasta llegar al mar, que al sentir de sopetón al glaciar tan frío, se enfadó y lo derritió.

¡Pero qué dulce era!. Tan dulce que el mar lo abrazó y en un acto de generosidad marina (sabemos bien que el mar hace las cosas a lo grande) le regalo un poquito de su enorme vida, llenándolo de pequeñas bacterias que pronto, estas si que saben de traslados y adaptación, se adaptaron tan bien que el glaciar, el derretido y el congelado, se pobló de ellas.

El sol volvió a despertar, estaba casamentero el sol por esos días, y es que estaba contento de su poder y generoso de su calor. Así que calentó al glaciar convirtiéndolo en un rió bacteriano, que pronto, enseguida, fue la atracción de los peces del mar, sin dilación se fueron todos a comer contentos al nuevo dulce buffet libre del río. Qué cosas tan hermosas pasaban en aquel río saltarín, las truchas, los insectos, las algas….La vida comenzó en el mar y el río supo hacerla valer con su arte sin sal.

Pero el mar, el viejo mar, hijo del sol, padre del río, pobre viejo mar, se enamoró de su criatura dulcísima, fresca ya no helada y llena de vida alegre y graciosa, diferente a su ser salado.

El romance duró como dos novios que apenas se llegan a buscar, tímidos, las manos el uno del otro, se tocaban casi con miedo en el delta cada vez más rico, tan rico que pronto las aves iban a saquear los enormes recursos y el fruto de su amor.

El río, le correspondía desde el principio, buscando un sitio donde declinar iba a su papá, o su amante (en la naturaleza las cosas son simplemente así, nadie se anda con remilgos). Y el amor y el compromiso se establecieron con fuerza y seriedad.

Todos iban al río, todos iban al mar, cada uno con su peculiaridad. Y la vida florecía a manos llenas, plantas, insectos gigantes, era el carbonífero, luego grandes reptiles poblaron la tierra, todos sembrando su dicha en el mar, en el río. ¡Ah! si la vida es fuerte, que hasta en los desiertos pobres de agua se las apaña para florecer con ostentoso poder.

Grandes tiempos para el amor.

Tanto prolifero la vida que he ahí, el hombre vino a nacer.

Como siempre el hombre era sabio o era necio, sabio en la vejez y necio en la juventud, esa es sin duda la trama, la raíz del problema a debatir, que los jóvenes no escuchan a los viejos, llamémoslas viejas costumbres. El hombre, vamos, nosotros, yo mismo, tendemos a arreglar lo que funciona. Y la amistad perfecta con la tierra con el mar y con el río se nos echó a perder, porque, vaya sorpresa, queremos simplemente más. Pero ¿qué más podemos necesitar?.

Tanto creció el hombre, tan bien servido estaba por ríos montañas pastos fauna y mar, que tuvo tiempo para pensar e idear y nos creímos muy poderosos y más listos que el agua, ¡ignorantes, soberbios!, más listos que el sol y que cualquier animal. Y pasó lo que todos sabemos, esta parte de la historia la contaré con brevedad porque la conocemos bien, ¡Anda que si no!. Del mar sabemos poco, ¡Pero de ambición!. Pues claro está, el hombre lo destruyó todo. Calentó la tierra, desestimando el poder del sol. Ensució al sol y al río… al río simplemente lo mató.

Y el mar, que no tenia ya a quien dar la mano, a quien querer estaba triste, desesperado, aunque aun no lloro, no supo aún.

No somos tan tontos como para ignorar las fases de la depresión, de la tristeza, de las cosas que nos hieren y esto mismo le pasó al mar.


Primera fase, negación.

"No me han quitado a mi amor"-clamaba el mar-"además, ríos hay muchos más" pero ninguno era que aquel que nació de sus manos y le heló y luego le emocionó y después le enamoró.

El hombre de esto, ni se enteró, un río menos donde veranear, pero un río más en el que verter lo que no nos gusta. ¡Pobres libélulas milenarias y las truchas y los mosquitos!.

Segunda fase, ira.

Y cuando el mar se dio cuenta de que le habían quitado el abrazo de su verdadero amor, llegó su ira. Los hombres la llamamos maremoto, vorágine, tsunami, ¡nombres!. El mar clamó iracundo lanzando brazos de su agua de sal ahí donde el lecho de su amante muerto yacía, en la huella de su cadáver evaporado. Nada hubo qué hacer.

El hombre sí que se molestó. Muchos murieron, los familiares de éstos entendieron, por fin, pero nadie les escuchó. El hombre no aprendió, como siempre o mejor dicho, como nunca. Más listos que nadie, como siempre. Como en cada generación son los jóvenes los que mandan, ignoraron el clamor del mar y las voces de sus viejos y todo siguió igual.

Tercera fase, negociación.

Al principio hasta nos pareció una tregua ¡ignorantes!. El mar se calmó, y pensó que en él estaba la solución. El calor del sol le convenció, evaporando más agua aún y lanzando humedad al cielo y llovió. Insuficiente para el mundo, pero suficiente para dibujar media sonrisa de autoengaño al hombre. Y todo siguió igual perdón, todo siguió yendo a peor.

Cuarta fase, depresión.

No había ya amigo a quien amar, el mar lloró, por fin. Se redujo, se ovilló, se encogió y dejo de ser generoso con el hombre. No tenía nada que dar más que dolor, sin su amor no había vida y nada que dar.

Las viejas redes rotas por el peso de los atunes, de las caballas y emperadores esperaban aburridas a un mar que se encogió.

Y el sol, como no vale más que para dar calor, se estiró de nuevo y lanzo otra vez su brazo generoso para esta vez calentar al mar.

La contaminación, mano nuevamente del hombre, colaboró y derritieron los casquetes polares inundando la civilización humana. El mar nos mató, igual que nos creó. Yo no lo siento, quizá mi inevitable vanidad se lamenta por esto, pero nada más.

Quinta fase, aceptación

Sin hombre en el mundo ya el mar aceptó, no tenia a quien amar ,de acuerdo, pero ¡ah! alegría de quien no espera nada, otra gotita, molécula, no sé ,no me acuerdo bien, otra gotita, y todo volvió...

Con los pies cansados y las manos de cal

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Este es un poema particularmente sentido .Escrito con la tinta que sale del corazón .



Con los pies cansados y las manos de cal

alicaída vengo por donde tú vas .


¿Dónde están tus pasos que ya no los veo?

¿En qué parte oscura de mi recuerdo?

¿Dónde queda el tiempo en que fuimos uno?

Dime amor sincero ,¿Por qué le dimos tanta cancha al miedo?

¿Por qué nos ganó la guerra ese perro traicionero?

¿Por qué nos rendimos antes de empezar?

¿Por qué no sentimos que íbamos a ganar?


Con los pies cansados y las manos de cal

Vengo hacia tu lado ,

Vengo para dar .

Aquel niño

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Y era aquel niño que quería ver el mar .

Se lo contó a su madre y le dijo que tenía que esperar , que llegará .

Harto ya de preguntar se echó a llorar ,

Al verlo su madre le dijo :

" Ahí tienes el mar , en el agua salada de tus ojos de cristal ".

Y en verdad te quise

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Y en verdad te quise .

Te quise como los árboles al otoño que les devora las hojas ya muertas .

Y en tierra .

Te quise como defiende el gato a su camada ,

Con ansia ,

Con rabia .

Te quise como se quiere a lo que aún no se tiene .

Te quise con todo el alma .

Y me olvide un día ,

venganza de la vida

y me olvidé un día de lo mucho que te amaba .

Uno

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Microrelato ,decir ,un relato entero ...en una frase .




Cuando Dios cierra una puerta ,abre una ventana ,por si quieres saltar .

Porque se trata de amar

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Porque se trata de amar
siempre quise ser mamá .

Los hijos beben del cántaro del mar
Agua y sal.

Porque se trata de amar
En el bosque de tus ojos me pierdo a voluntad .

Si me das o me quitas,
Eso son juegos de azar.
Agua ,y también ,sal.

Porque se trata de amar
vi en las fieras un amigo ,
Un destino en mi camino
Y en una flor rota ,la paz
Agua y sal.

Porque se trata de amar,
Te he elegido amigo ,
Agua y sal

Poema triste

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Del musgo al llanto .
Del llanto al musgo .
La tierra muere entre mis brazos .
Y mi amargo llanto
No riega el desierto
Que yo mismo he provocado .

Tu retrato

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Hebras de tu melena
Se escapaban al sol del mediodía
Mientras tanto
Yo dibujaba tu retrato en mi memoria .

Y para que no me olvidases
Prometí al cielo amarte siempre .

Y para tener siempre tu sonrisa entre mis labios
La metí en una botella
Para beber el cálido hálito
De lo que un día ,dijiste ,fue un beso de amor .

Rubia como las praderas
E impuntual como la luna
Estoy condenado a esperar
A que llegue la primavera

Para navegar sin ancla hasta tu isla
Para ahogarme amada ,en la lágrima de plata
Que resbala dulce ,en tu mirada.

A David

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Cielo de nubes nublado en mi alma ,has hecho nido como un pájaro olvidado .

y yo soy presa ahora de tu abismo para que al caer del cielo amigo a la tierra, tus alas de pájaro perdido me salven del vacio .

Suave

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dedicada a la magnifica Melanie Delon,autora del dibujo,cuyo blog os recomiendo.



SUAVE

Del tiempo de otros tiempos vienes
Suave
Como el latido de las margaritas
A presentarte.

Con tu cara ovalada
Para eso ,no hay palabras
Y si las hay no las he visto
Será porque he visto tu cara

¿Y qué me dices del resto?
¿De tu cintura escondida?
¿De tu preciosa espalda blanca?

¡Esa piel!

¡Oh si! Esa pura piel de nácar
Toda hecha para adorarla
Para besarla
Para esconderse
Para escapar
Y huir
Y renacer.

Para eso estamos aquí
Niña
Para adorarte

Por tu blancura de espiga
Por el cielo de tus ojos
Por el agua de tu risa
y por la paz de tu alma.