A Nataliya

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El cielo se vistió de topacio
por recordarme tus ojos...
y volví la vista al trigo,
por dibujar tu melena,
y cual fue mi sorpresa
que el rojo de tus labios
se disfrazaba de amapolas.

Un día el horizonte me quiso regalar tu cara.

Te llamaban Atila.

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Te llamaron Atila, permite que no diga tu nombre.
Sólo una esta confesión...

Dejar sin palabras a esta poeta,
te convierte en poeta.

Tus actos son mis poemas callados.

K.G.M