Ya no tengo ni ira en los bolsillos.
Sólo queda un esqueleto recubierto
de piel tierna,
y la firme promesa de la muerte.
Soledad, pena, y esquirlas afiladas de nostalgia.
Esto es todo.
Por lo demás,
un corazón agarrado a un latido vivo
que simplemente evidencia
el tiempo que me resta hasta el adiós.
A.A.B